Florencia Ravazzano: “La tecnología tiene que estar al servicio de la creatividad”

Profesora y diseñadora gráfica; actualmente trabaja en el Museo de Bellas Artes de la ciudad de Luján. La enseñanza y las distintas formas de encontrar la creatividad son sus grandes pasiones. “Trabajo en el cruce entre arte, educación y tecnología”, resume sobre su profesión.

Desarrolla un proyecto para acercar la inteligencia artificial a docentes, diseñadores y artistas desde un enfoque más consciente y accesible. No se trata solo de aprender programas de moda, sino de comprender cómo funciona la IA, que implica usarla y cómo aprovecharla sin perder la mirada humana. La falta de contenido claro sobre lo que hay detrás de la IA y los riesgos que conlleva motivó a diseñar esta iniciativa.

En un momento donde la inteligencia artificial se vuelve parte de la vida cotidiana – desde editores de imágenes hasta asistentes virtuales-, su propuesta cobra mayor importancia: invita a repensar la relación entre personas y tecnología y a decidir cómo queremos que esta herramienta impacte en la forma de enseñar, crear y compartir conocimiento.

En esta entrevista, Ravazzano explica cómo la IA puede potenciar la creatividad sin reemplazarla y comparte su visión sobre el arte, la educación y el futuro del diseño.

– ¿Cuál es tu rol como diseñadora en el museo y qué proyectos desarrollas?

– Me ocupo de la comunicación visual, el diseño de piezas gráficas en exposiciones y actividades culturales. También soy docente de la Escuela de Arte de Luján, en la cátedra de diseño para la web, donde instruyó a estudiantes de nivel superior herramientas y criterios de diseño digital y comunicación.
Actualmente estoy desarrollando espacios de capacitación donde enseño a colegas a usar la IA de manera ética para integrar en sus clases.

-¿Qué te motivó a llevar la IA a las aulas y cómo puede el diseño gráfico ayudar a enseñarla de forma ética y accesible?

-Me motivó la necesidad de acompañar el cambio. Vi que docentes y estudiantes usaban la IA sin entender qué estaban haciendo y eso genera frustración porque los resultados no son los esperados. Y en cuanto al diseño gráfico ayuda a enseñar IA de forma ética si se muestra la información clara y pensada para que todos la puedan entender.

-¿Qué opinas sobre la inteligencia en ámbitos culturales como los museos, amenaza u oportunidad?

-Creo que es una oportunidad si se la aborda con criterio. Puede servir para acercar el arte a otros públicos, interpretar obras y crear nuevas experiencias. Pero también, puede ser una amenaza si se reemplazan las voces humanas, algo que ya se está haciendo. El equilibrio está en el qué y el cómo.

-¿Usas herramientas de IA en tu trabajo como diseñadora?

-Como diseñadora sí uso, las uso para inspirarme, generar nuevas propuestas, pero
nunca como único recurso. Siempre está la mirada, la decisión, el criterio que define
si eso funciona o no. La IA no diseña por mí, diseña conmigo.

¿Qué lugar debería tener la creatividad humana en un mundo cada vez más tecnológico?

La creatividad humana tiene que ser el centro, la tecnología tiene que estar al servicio de la creatividad, no reemplazarla. La IA no tiene contexto emocional, no tiene historia, no tiene contradicciones y es lo que nos hace más humanos. Ahí está nuestra creatividad. Siempre tenemos que pensar, entender y saber que es una herramienta. Debemos preguntarnos ¿La usas para que te ponga en piloto automático y no haces nada, no pensás nada o la usas para potenciar tu trabajo, tu carrera a niveles que ni imaginabas antes?

¿Qué desafíos visuales o comunicacionales hay al explicar IA a públicos no especializados?

-El desafío es hacerlo fácil de entender, sin palabras complicadas ni ideas confusas. Es mostrar con imágenes claras cómo funciona, sin exagerar ni mentir. Yo uso mucho el humor, los errores que comete la IA, las comparaciones visuales para ser entendible, lo que ya hoy es complejo.

¿Qué opinas de que estudiantes y docentes usen IA para crear contexto visual?

-Lo veo muy positivo, si se entiende que la IA no reemplaza el proceso de pensar. Puede ahorrar tiempo, la palabra es automatizar, mejorar resultados, pero si no hay una idea, una intención, se vuelve como un contexto vacío. Es como cuando le das una cámara a alguien, eso no garantiza que vaya a tomar una buena foto.

-¿Cómo se integra el pensamiento crítico en el uso responsable de la IA?

-De forma responsable, porque te hace pensar antes de estar aceptando todo lo que te dice. Nos hace recapacitar, ¿esto es verdadero? ¿de dónde saca esta información?. La IA está entrenada con una enorme cantidad de datos, de texto, de internet. Con las imágenes no busca, la imagen en Google ni usa una base de datos, las genera. Usa lo que aprendió en su entrenamiento, eso es algo para ampliar. Son todas imágenes diferentes, aunque usemos el mismo prompt en diferentes plataformas. Si evitas creer todo sin revisar, la usas de manera más consciente y segura.

¿Qué estrategia usas para que los docentes se sientan cómodos con las
tecnologías, con estas tecnologías?

-Primero bajo el nivel de exigencia, no hay que saber programar, eso es una de las cosas que ya sabemos todos, ni estar todo el tiempo a la moda actualizando. Segundo, empiezo desde lo conocido, ¿cómo aplicar la IA en algo que ya hacen?, después muestro que pueden equivocarse sin probar el miedo. Tienen que sacarse el miedo a la IA, eso es indispensable.

¿Qué consejos le darías a un docente que quiere empezar a usar la IA?

-Que empiece de a poco, con algo concreto, fácil, generar una imagen, mejorar un texto, planificar una clase y que no crea todo lo que ve en las redes sociales. La IA no hace magia, lo importante es entender cómo funciona y qué decisiones implica usarla.

¿Cómo me imagino el futuro del diseño, el arte y la IA en educación y cultura?

-Me lo imagino con máquinas que ayudan, pero no en el contexto de Terminator, sino con ideas humanas que guían, museos con obras interactivas que ya los hay, pero creadas por estudiantes. Y escuelas donde la IA sea una herramienta como lo es el lápiz o la computadora. Un futuro con tecnología, sí, pero sobre todo con sentido y criterio y conciencia.

Con una mirada crítica y creativa, Florencia Ravazzano invita a repensar la inteligencia artificial no como una amenaza, sino como una aliada para potenciar la educación, el arte y el diseño. Su enfoque recuerda que, incluso en tiempos de algoritmos, la chispa humana sigue siendo insustituible.

Frente al vértigo que nos trae la innovación tecnológica, nos propone volver a lo esencial: entender, preguntar y decidir qué lugar queremos darles a estas herramientas en nuestro día a día. Dejo en claro que el futuro no se trata solo de máquinas más inteligentes, sino de personas más conscientes y capaces de usar la tecnología sin perder lo que nos hace humanos: la capacidad de imaginar, crear y sobre todo soñar.

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