Desde hace más de cinco años, Ana Laura Veltri, de 35 años, y su mamá Jorgelina Carabajal, de 68, transforman su hogar en un espacio mágico para celebrar la Navidad. En una entrevista exclusiva con este medio, Ana Laura compartió la conmovedora historia de cómo esta tradición familiar ha llenado de alegría a la comunidad y les ha permitido mantener vivo el recuerdo de su padre.
Comienzos humildes y un sueño en crecimiento
“Esto básicamente lo hacemos con mi mamá. Lo hacíamos también con mi papá y yo. Empezamos de a poco, decorando con poquitas luces. Cada año decíamos: ‘Bueno, vamos a agregarle más’. Así fue como comenzamos con luces en las ventanas, luego agregamos un Papá Noel, y mi mamá hacía los muñecos”, relata Ana Laura.
Con el tiempo, los detalles se multiplicaron: un trineo con renos, un pesebre, y toda una serie de elementos que, gracias a la dedicación de esta familia, han dado vida a un espectáculo que todos los vecinos esperan cada diciembre. “Cada año se fue sumando algo nuevo. Veíamos que a la gente le gustaba y a nosotros nos encantaba hacerlo”.
Creatividad con conciencia ecológica
Una de las particularidades más destacadas es que las decoraciones están hechas principalmente con materiales reciclados. “Todo es con cosas recicladas. Lo único que compramos cada año son las luces. Mi papá encontraba madera, cajas, cartón, cosas que nos servían. Los dibujos son hechos a mano, los hago yo, y los muñecos los hace mi mamá”, explica Ana Laura. Desde cajas de pizza pintadas hasta bolitas de Navidad restauradas, cada pieza cuenta una historia de reutilización creativa.
Un homenaje al amor y a la memoria
El año pasado, la familia enfrentó una dura pérdida con el fallecimiento del padre de Ana Laura. “Era muy difícil para nosotras porque él siempre estaba ahí, nos traía cosas, nos incentivaba. Pero este año decidimos retomarlo porque a él le encantaba y porque la gente nos pide que lo hagamos”, comenta Ana Laura con emoción. Para ellas, continuar esta tradición es una forma de mantener viva su memoria y honrar su legado.
Impacto en la comunidad
El esfuerzo de Ana Laura y Jorgelina ha trascendido las paredes de su hogar. “Nos dicen cosas muy lindas. Hay personas mayores que nos dicen: ‘Por la edad que tengo, nunca vi algo así’. También la gente que está en la clínica de enfrente nos agradece porque dicen que les da como otro aire, otra fuerza. Ver la alegría y la ilusión de los chicos, y también de los grandes, es algo hermoso”.
La casa se ha convertido en un punto de encuentro para vecinos y visitantes, especialmente para los más pequeños, quienes pueden dejar cartitas en un buzón especial para Papá Noel y los Reyes Magos. “Ver la alegría en las caras de los chicos y escuchar los agradecimientos de la gente es algo que te llena el alma”, afirma Ana Laura.
Planificación y amor por los detalles
El proceso de decoración comienza con meses de anticipación. “Nos lleva mucho tiempo. Siempre empezamos tres meses antes porque hay que pintar, organizar y planificar cómo lo vamos a hacer. Este año se me ocurrió hacer un sector tipo Polo Norte con nieve en el exterior de la casa”, explica Ana Laura. Cada año, su creatividad da lugar a nuevas ideas y detalles que mantienen la magia viva.
Un legado que ilumina corazones
Para Ana Laura y Jorgelina, esta tradición no tiene edad ni fronteras. “No es solo para los chicos, es para cualquiera que quiera pasar y ver algo lindo. Lo hacemos a pulmón, con alegría y mucho amor. Es nuestra manera de compartir un poco de magia con todos”.
La historia de esta familia lujanense demuestra cómo el amor, la creatividad y la perseverancia pueden transformar no solo un hogar, sino también una comunidad. En cada luz, en cada decoración, late el espíritu de la Navidad y el recuerdo imborrable de un ser querido que inspiró esta hermosa tradición.